Amigos, he sido finalista en el I certamen de microrrelatos Chiado Editorial “MADRID HISTORIAS BREVES”
Les cuelgo mi relato para que podáis disfrutarlo.
En
la penumbra, bajo la tenue luz de la luna, en esa recóndita calle de Madrid,
empecé a abrazarla cariñosamente. ¡Era tan hermosa! Tenía el pelo tupido, negro
como una gitana; los ojos almendrados de color miel; la piel suave como la de
un bebé. Rezumaba juventud y vitalidad. Según
la estaba abrazando escuchaba como latía
su corazón. Ella estaba tan apacible, tan sosegada, como si para ella el mundo
estuviera en plena armonía.
¡Ay,
si pudierais escuchar como latía su corazoncito tac, tac… como los tañidos del
reloj! ¡Ay, si pudierais sentirlo, amigos, qué bienaventuranza y momentos más
gratos! Muy pronto estaría como un mármol inerte sin vida. Pero no se acongojen, queridísimos amigos, con mi
instrumento quirúrgico será coser y cantar, no durará ni un segundo de expirar.
Todo eso por un segundo cautivador. El segundo cuando el alma deja el cuerpo
físico para transportarse en otra
dimensión a otro mundo. ¡Ay, si pudierais vivir conmigo este momento tan
increíblemente mágico! Mi corazón cada vez palpitaba más rápido, mis sienes
latían, mis rodillas flaqueaban, la adrenalina se apoderó todo mi cuerpo. ¡Ay,
cómo latía la sangre en mi cráneo! Mi corazón iba a estallar, palpitaba más
rápido, más rápido… ya no aguanté más.
—
¡Ay!
Sus
entrañas se desperdigaron por el suelo. Una fracción de segundo antes de
expirar, me acerqué, le atisbé a sus
desorbitados ojos colmados de terror, y le susurré con voz pastosa:
—Por
si no te lo había dicho antes, me llamo… preciosa.