Me llamo Efialtes, soy un antepasado del que traicionó a los 300
de Leónidas. Aunque durante miles de años todos nos desprecian, nosotros sus
ascendientes estamos orgullosos de nuestro abuelo y por eso generación tras
generación nos nombramos como él.
En este inhóspito mundo bajo tierra tengo que matar
al depredador y los aliens. Esta es mi misión, el ordenador me dio una de 40
billones de posibilidades de sobrevivir. Dejé mis armas en el suelo y esperé.
De súbito apareció con sus dos y medio de altura y armado como langosta. Me
Arrodillé, y proferí:
—El enemigo de mis enemigos es mi señor y amo.
—Toma.
Cogí una poderosa lanza y le seguí. Matamos a
centenares de aliens, cada cien que mataba yo mataba diez, se caían como frutas
maduras. Al fin nos topamos con la reina madre. La lucha fue memorable,
finalmente cuando clavó su poderoso disco descuartizándola, yo sigilosamente
por detrás le clavé la lanza. Un grito horripilante se escuchó. Me llamó
“gusano traidor” y expiró. Le corté la cabeza, prueba irrefutable de misión
cumplida.
En la nave mi capitán me suplicaba “¿cómo mataste al
depredador?” Muy simple, siguiendo la estrategia de mi abuelo. “La traición.”
2 comentarios:
Hola, Soti.
Da rabia, pero la traición es un arma muy sólida y capaz de acabar con todo. En tu cuento acabó con los aliens, pero en la vida normal acaba con amistades, con matrimonios, con empresas...
Me ha gustado mucho, Soti.
Un beso con abrazo.
Gracias, cariño, eres un cielo. Me alegra sobremanera que te haya gustado. Estoy de acuerdo contigo la traición por desgracia está en todas partes. Un fuerte abrazo, bonita, Sotirios.
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